Nuestro país no puede posponer por más tiempo la creación de un Estado de bienestar que involucre a todos sus ciudadanos, empezando por los más vulnerables.
La pandemia de COVID-19 ha evidenciado la extrema insuficiencia del sistema de protección social frente a los riesgos sanitarios y las crisis económicas.
Tenemos un sistema de seguridad social inequitativo, fragmentado y residual, cuando lo que necesitamos es un régimen universal de bienestar.